Tengo que reencontrarme con un cuaderno, reconciliarme con mi letra y perdonar a mi ortografía, disculpar mis distracciones y mirar fijo el reloj sin pedirle disculpas ni pedirle que se detenga o se adelante.
Debo ver bien el papel y descubrir lo que saldrá de mi mente, sentir que los colores no son solo eso, que existen las patinas y un sinfin de combinaciones.